Music Lyrics






Google
blog de oniric: noviembre 2004

blog de oniric

miércoles, noviembre 03, 2004

HACER TRAJES

"Hacer trajes" se le llama en estas tierras mesetarias a algo tan común entre la gente como es criticar y burlarse de los demás a sus espaldas.
Hay muchas razones para cortar trajes y la inmensa mayoría de nosotros habremos elaborado o llevado alguno a lo largo de nuestras vidas. También hay diferentes estilos al hacerlos y al llevarlos. Desde trajes que se ajustan perfectamente al personaje hasta aquéllos que prácticamente nada tienen que ver con el criticado, pasando por los que desfiguran y caricaturizan. Hay quien los lleva con salero y hasta le lucen y hay aquéllos a quiénes amargan y destrozan la vida.
Hay quién recibe críticas cuando se halla en un ambiente malévolo o enfermizo debido a su ingenuidad y buen corazón y, sobre todo, a que no sabe defenderse. Hay quien se las busca a pulso. Está el que tiene un modo de ser tan peculiar que recibe una burla tras otra; o quien se empeña en ir contracorriente y paga peaje.
A mí me preocupa, me horroriza, en especial, el primer caso: no lo tolero. Más aún cuando ésas críticas derivan en un acoso feroz del que la persona, por las razones que sea, no puede escapar. Llegando al extremo brutal, intolerable, tenemos el de el escolar que recientemente se suicidó en el País Vasco debido a la agresividad y la burla de sus compañeros, burlas en las que, según se dice, participaba la maestra. ¿Qué clase de grupo es ése en que nadie es capaz de detener tal linchamiento, en que nadie es capaz de criticar su propia actitud, de detener su ferocidad, de lamentar el sufrimiento, la tortura, de otro ser humano?.
Cosa diferente es cuando el criticado se lo busca a conciencia, o cuando se lo gana por oposición a las ideas de un grupo; entonces, creo, hay que asumirlo: lógicamente no gustaremos a una serie de personas a las que nos hemos enfrentado y la reacción más normal será "que nos pongan a parir".
También hay profesiones que conllevan la burla o el rechazo y no hay más remedio que verlo como una cuota a pagar: el político no puede quejarse de que le caricaturicen maliciosamente todos los días, las veinticuatro horas o más si las hubiere; el aumento de sueldo al llegar a jefe puede servir de consuelo ante las burlas que inevitablemente tendrás que aguantar; o si eres profesor, más vale que aprendas a tragarte las lágrimas por las pullas de los alumnos remolones.
Pero en cuanto a ése deporte nacional en sí ¿aún queda alguien que no se haya enterado de que se practica con deleite y afán en cualuier lugar, a cualquier hora, por cualquier motivo o incluso sin él?
Antes tenía por norma no participar en las conversaciones destinadas a despreciar a otros; luego llegué a considerarlo una parte inevitable de mi vida en sociedad. En mi último trabajo, casi absolutamente todos los minutos que pasásemos en común, debían estar dedicados a criticar a nuestros "enemigos": era, al parecer, una obligación religiosa y sagrada no escrita; lógicamente, nuestros "enemigos", hacían lo mismo con nosotros. En mi opinión, perdíamos el tiempo lamentablemente, pero una no tiene vocación de mártir, y si no te adaptas, lo acabas siendo, así que ¡a cortar trajes mandan!.
Para unos eres demasiado intelectual, para los exquisitos, vulgar, para aquéllos, pija, para los reprimidos, liberal, para los liberales, reprimida, para los extranjeros, extranjera, para las mujeres, te has puesto tetas, para los hombres, te faltan, para los serios eres demasiado alegre, para los superficiales, seria...¡en fin!, que una no sabe ya cómo colocarse.
¿Que cómo nos tomamos las críticas?¡Ah, amigos! Ahí está el quid de la cuestión. Yo diría que las "malintencionadas", las que no te has ganado, las que están hechas para calumniarte, para hundirte, a todos nos desesperan, con algunos, incluso, cumplen su objetivo: pérdida de autoestima, de amigos, de oportunidades laborales, incluso de amores; tristeza, inseguridad, crisis de identidad e, incluso, trastornos más graves. Seguramente, todos conocemos casos.
Pero, ¿y las otras?, las críticas ligeras, las de todos los días, aquéllas de que te has puesto tetas, y que de pequeña tenías los ojos torcidos y te metías el dedo en la nariz, pues...¿qué quieres que te diga?, a mí como que me la sudan ¿y a tí?.
Por lo demás: ¿qué si yo hago trajes?. Pues... sigue sin gustarme mucho esa profesión, pero...como alguien se me cruce por en medio...¿Qué si le haré un traje? No, un traje no, yo soy mucho más fina, elegante y delicada, a mi lo que me va es la pintura: le haré, como poco, un Picasso, tirando a tamaño Guernica.